Hoy en día es muy importante divulgar conceptos como esto de la resiliencia y técnicas para poder aumentar nuestro nivel de adaptación y de superación de problemas. Los problemas, las dificultades y los desafíos son una constante en la vida hodierna y es esencial saber cómo poder enfrentarse a ellos de la mejor manera posible.
¿Qué es resiliencia?
La resiliencia es en psicología un concepto que define la capacidad intrínseca en un individuo de enfrentarse a situaciones adversas, problemas y traumas con una actitud positiva que le permite no dejarse superar por ello.
Se puede definir resiliente, entonces, una persona que a pesar de las adversidades de la vida es capaz de adaptarse y proteger la propia identidad al superar el dolor emocional, saliendo fortalecida del proceso traumático.
Como el resto de las características de nuestra personalidad también la capacidad de resiliencia tiene su raíz en nuestra infancia y especialmente en el tipo de apego que hemos tenido con la primera figura de referencia. Si desde pequeños hemos recibido amor incondicional y hemos tenido ejemplos de resilencia en nuestra familia, seremos fácilmente menos vulnerables a nivel afectivo, favoreciendo así el desarrollo de nuestras capacidades resilientes.
Potenciando la resiliencia: cuerpo y mente.
A pesar de esto la resiliencia también es una capacidad que podemos entrenar a lo largo de la vida, fortaleciendo nuestra autoestima y tomando hábitos que nos ayuden a gestionar mejor el estrés. Altos niveles de estrés, de hecho, afectan a nuestra mente así como a nuestro cuerpo, generando altas cantidades de la hormona cortisol que atenta contra nuestra capacidad de resiliencia.
Cuidar de nuestro cuerpo asegurándonos bastantes horas semanales de movimiento, que sea caminada o deporte, y cuidar de nuestra alimentación indirectamente irán reforzando también nuestra capacidad de gestión del estrés y de las otras emociones.
Para ser más capaces de hacer frente a las dificultades y a las adversidades de manera constructiva es importante fortalecer todas aquellas calidades que poseemos que nos permitirán de tener un proceso de adaptación positivo.
Para hacer esto es indispensable entonces conocerse ya que el autoconocimiento y el autodescubrimiento son las claves para fortalecer nuestra autoestima y para permitirnos de identificar como cada emoción, sobretodo rabia, tristeza, enfado nos están influenciando llevándonos a actuar de manera poco saludable y a reaccionar exageradamente. Esto a nivel cerebral favorece también un mejor procesamiento de los acontecimientos dolorosos y permite elaborar de manera más eficaz un trauma emocional.
Herramientas para conocerse pueden ser la meditación diaria y la terapia psicológica, ya que a través de estas podemos volvernos mucho más conscientes de nuestra realidad y aprenderemos así a reconocer cuando nuestro cerebro entra en un estado de estrés o de sufrimiento.
Además la meditación, en particular la mindfulness o técnica de la conciencia plena, enseñará a nuestro cerebro a ser más conscientes del momento presente que nos llevará a actuar con más eficacia en el aquí y ahora permitiéndonos de disfrutar y reconocer los aspectos positivos que tiene cualquiera situación, aunque se trate de una situación adversa. Esto nos ayudará también a reírnos y a reaccionar con humor a las dificultades aumentando nuestra actitud positiva y optimista.
Otra manera de fortalecer nuestra resiliencia es trabajando nuestra empatía y nuestra compasión hacia nosotros y hacia los demás, ya que el suporte social es indispensable para superar constructivamente momentos difíciles. Enrodarse de personas positivas y que nos ayudan a ver el lado positivo de cualquiera cosa es un pillastre muy influente en nuestro crecimiento personal y en la superación positiva de las adversidades.
Al mismo tiempo pero es importante tener autonomía emocional rompiendo las creencias que todo lo que nos pasa, sobre todo el negativo, solo dependa de causas ajenas y de los demás. Es característico, de hecho, de las personas resilientes tener conciencia del papel que juegan en sus propias vidas y esto les ayuda a tomar acción y movilizarse hacia la resolución de problemas en lugar de perder tiempo quejándose.
En fin, para volvernos siempre más resilientes es indispensables no ceder a esta tentación de querer tener todos los aspectos de nuestra vida bajo control ya que esto comporta altos niveles de estrés y de tensión que no favorecen una respuesta resiliente a las adversidades.
Así que cada día tenemos que entrenar nuestra tolerancia a la incertidumbre para poder así ganar más autoconfianza y más equilibrio emocional que son las bases de nuestra resiliencia.
Lo único que hay que recordar es que no podemos controlar todo y evitar los problemas y el sufrimiento, sino que cada problema, cada duelo, cada adversidad pasan para enseñarnos algo y para hacernos volver seres siempre más humanos.