La terapia de EMDR como desarrollo personal

El EMDR es una técnica muy adecuada y eficaz por su rapidez tanto en tratamientos de larga duración como también para superar pequeños obstáculos que nos surgen en la vida.

Cabe destacar que no se trata solo de liberarnos de la ansiedad y las preocupaciones que nos crea algún hecho traumático, sino que el EMDR nos ayuda a aceptar, digerir y canalizar nuestras  emociones, de tal manera que llegaremos a entender que es lo que nos sucedió, para superarlo y así poder seguir avanzando.

Las personas sufrimos distintas experiencias que nos resultan difíciles de superar- ya sea un divorcio, un despido de trabajo, una muerte de un familiar o haber padecido abusos – y esto puede conllevar un bloqueo del sistema nervioso, en su propia red neuronal, del mismo modo en que ocurrió, dejándonos un recuerdo latente de todas las sensaciones que sentimos en ese instante, quedando bloqueado en nuestro cerebro y nuestro cuerpo, y volviendo a reaparecer en cada momento en que ocurra algo que nos recuerda ese hecho traumático, pudiendo sentir la misma alteración y conmoción.

El cerebro tiende al procesamiento de la información para mantenernos estables, pero a veces, estos percances quedan arraigados creando síntomas que nos imposibilitan e incluso nos hacen enfermar.

La técnica aplicada en la terapia de EMDR (Desensibilización y reprocesamiento a través de movimientos oculares) consigue que mediante los movimientos oculares bilaterales se desbloquee el sistema nervioso y así el cerebro pueda rescatar y reprocesar la información.

LIBERAR LA MENTE

En cada sesión de EMDR el paciente escoge un recuerdo traumático concreto, y el terapeuta, sabiendo como estimular la red neuronal que atrapó ese recuerdo, consigue ablandar la información perturbadora hasta que las emociones, imágenes y recuerdos dejen de tener una connotación negativa, remplazándolos por una actitud más efectiva y positiva.

El EMDR se utiliza muy a menudo en traumas del pasado, como por ejemplo una infancia difícil, el duelo por la muerte de un ser querido, haber padecido una violación, o haber mantenido una relación amorosa conflictiva. En los casos en que sólo existe un trauma significativo, el proceso de recuperación es mucho más rápido y asertivo. Pero no sólo podemos tratar graves problemas, todos tenemos experiencias que nos han influenciado negativamente en nuestro desarrollo. Un desengaño amoroso, un trabajo estresante o simplemente la auto exigencia desmesurada sobre uno mismo, son ejemplos de ello. A veces, sin darnos cuenta, estas afectan a nuestra manera de actuar y afrontar las nuevas situaciones.

De esta forma, el EMDR hace un proceso de asociación de ideas, donde se enlazan los recuerdos e imágenes que nos crearon un trauma, con experiencias vitales que se han resuelto exitosamente, y así poder liberar la mente y reprocesar la información dejando un sentimiento de integración al final del tratamiento.

Lo que sorprende es que el EMDR puede ser una herramienta de crecimiento personal, donde las personas que no han padecido vivencias trágicas pueden utilizar la técnica para beneficiarse de sus efectos de conciliación y superación en varios aspectos de sus vidas. Mejorar la autoestima, cambiar la visión sobre uno mismo o sobre los demás, son aspectos que mejoran visiblemente después de ser tratados con esta práctica.

El EMDR es claramente un instrumento para reconducir nuestros recuerdos más desagradables y transformarlos en refuerzos de nuestra conducta frente a futuros problemas, siendo lo que marca la diferencia ante otras terapias.

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