¿Es la realidad una alucinación controlada por nuestro cerebro?

La mente humana, que maravilloso misterio. Hay más de 7.000 millones de personas en el mundo y aun así, es imposible encontrar dos mentes iguales.

Neuronas, conexiones, áreas, corteza, neurotransmisores: todos estamos hechos de la misma materia; pero todos percibimos, oímos, sentimos y pensamos de una manera única y diferente. Estudios científicos han probado que hasta la percepción de los colores depende de nuestra edad, sexo, cultura, entorno, experiencias, hábitos etc. Esto quiere decir que, lo que para mí simplemente es azul para otras personas, como por ejemplo para un pintor experto en pantones de colores, podría ser azul cielo o azul-violeta o para alguien que sufre de daltonismo incluso podría ser rojo. Así que si percibimos cada uno a su manera hasta algo aparentemente tan sencillo como los colores, ¿por qué seguimos sorprendiéndonos por no entender los sentimientos, los razonamientos o las acciones  igual que los demás? ¿Por qué seguimos intentando comprender la razón por la cual alguien ha hecho lo que ha hecho o dicho lo que ha dicho manteniendo siempre nuestra perspectiva y nuestra interpretación de la realidad? Los seres humanos nos engañamos continuamente creyendo que hay una realidad absoluta, cuando la verdad es que cada experiencia que tenemos solo es una alucinación controlada por nuestro cerebro. El neurocientífico Anil Seth habla de que cuando comúnmente nos referimos a una “realidad “compartida, esto simplemente es porque nuestras alucinaciones coinciden.

Voy a explicarlo mejor: la experiencia consciente que tenemos en cada momento es debida a billones de neuronas que trabajan juntas y se conectan para integrar todas las piezas de información que están analizando, y así ofrecernos una imagen global, es decir, una experiencia consciente y coherente del momento presente. Todavía no sabemos cómo el cerebro logra hacer algo tan mágico como crear una experiencia consciente, tampoco tenemos idea de por dónde emerge la consciencia pero sabemos que existe, ya que si no existiera en este momento, por ejemplo, os resultaría imposible saber que estáis leyendo este artículo. La consciencia, esta alucinación controlada en cada momento, es quizás la esencia de la vida misma.

En cada momento, excepto cuando estamos durmiendo o bajo los efectos de anestésicos, el cuerpo y el cerebro, a través de varios procesos biológicos, están colaborando y compartiéndose informaciones y solo somos conscientes del resultado de la integración de todos estos procesos.

Uno de los abordes más influyentes en el mundo de la neurociencia para explicar cómo el cerebro construye estas alucinaciones controladas, es decir nuestra percepción consciente del mundo exterior, es la del cerebro Bayesiano. Este conjunto de teorías se refiere al cerebro como un órgano estadístico y que contiene un modelo generativo del mundo con todas las creencias asociadas que están implicadas en la generación de explicaciones para los estímulos percibidos. Según el neurocientífico británico Karl Friston, los sistemas biológicos para mantener la homeostasis y no desprender su energía restringen sus experiencias a un número limitado de estados y creencias sobre uno mismo y el entorno. Por esta razón, en el momento de percibir algo, nuestro cerebro hace una inferencia sobre la interpretación más probable de los estímulos o eventos externos, la cual está basada en nuestras creencias y experiencias pasadas, que han ido reforzando este tipo de modelo de la realidad que tenemos.

Además, dentro de este aborde, el concepto de inferencia inconsciente propuesto por el físico Von Helmholtz para explicar las ilusiones ópticas, plantea la posibilidad de que nuestros juicios inconscientes son inmunes al control consciente, ya que los centros corticales responsables de la deliberación consciente no están involucrados en la formación de impresiones visivas. Según Hermann Von Helmholtz, las conclusiones inconscientes son interpretaciones instadas sobre nuestra consciencia, como un poder externo, sobre el cual nuestra voluntad no tiene ningún control y nos hubiera constreñido.

Esto es algo que podemos comprobar cada día si fijamos nuestra atención en como formulamos nuestras concepciones o nuestras interpretaciones de lo que pasa en nuestro entorno, pero también en nuestro interior.

Seguramente os habrá pasado por lo menos una vez  interpretar de manera equivocada una frase o un suceso (sobre todo si tenía que ver con algo que os había afectado en el pasado a nivel emocional), y tener una reacción emocional inesperada o una interpretación no conforme al intento de la persona que os había dicho esa frase. Por ejemplo, os habrá pasado  empezar a cantar una vieja canción sin saber por qué y después averiguar que vuestro cerebro había captado en vuestro entorno una palabra que se parecía a las letras de la canción y así os habéis encontrado cantando esta canción que hacía años que no escuchabais.

Esto pasa porque nuestro cerebro, en cada momento está analizando todo lo que hay en nuestro entorno, y aunque no seamos conscientes de todos procesos, siempre está haciendo conexiones para interpretar lo que está pasando y la interpretación que tiene más probabilidades de ser la más adecuada, dependiendo de nuestras experiencias pasadas y de nuestras creencias, se vuelve consciente.

¿Qué pasa, entonces, cuando nuestras creencias y nuestras experiencias pasadas no sean la más adecuadas y seguimos interpretando la realidad de manera poco funcional?

Esto es especialmente cierto para todas aquellas personas que han crecido en una familia con dinámicas disfuncionales o que han sufrido traumas emocionales, como puede haber sido un abandono por parte de una figura paternal, negligencia o duelo, sobre todo durante la infancia ya que es el momento en que el cerebro empieza a formar su modelo de la realidad y a entender las relaciones que hay entre diferentes conceptos, roles etc.

Inevitablemente, estas personas se encontrarán chocando una vez más con situaciones parecidas antes que el cerebro pueda entender que su modelo y su manera de interpretar la realidad no son los más adecuados y funcionales. ¿Os habéis fijado que todas las personas que han sufridos traumas son más propensos a volver a vivir traumas parecidos? Muchas veces, la vida nos pone frente a situaciones parecidas, y por muy dolorosas que sean, hasta que estos procesos subconscientes que nos atraen a vivir él mismo trauma una vez más no se hagan conscientes seguiremos viviendo las mismas experiencias. Vuelvo a repetir, que desafortunadamente no importa la voluntad de la persona ni su nivel de inteligencia, porque, como ya he dicho antes, nuestros juicios inconscientes son inmunes al control consciente. Por cuanto nos pueda gustar creer que tenemos el control, la verdad es que lo tenemos sobre muy pocas cosas y ganamos más control solo cuando podemos llegar a reconocer patrones inconscientes y la manera en la que nuestro cerebro interpreta la realidad.

¿Cuál es el camino, entonces, para hacer que estas alucinaciones controladas de nuestro cerebro y su modelo de la realidad sean más funcionales y conformes a nuestra voluntad y no más dictadas solo por las experiencias del pasado?

El autoconocimiento es un camino y se puede alcanzar desde diferentes tipos de intervenciones, como la meditación, las terapias psicológicas o el Neurofeedback.

Si con la meditación nos ponemos en el lugar del observador para simplemente observar las dinámicas de nuestra mente y nuestro cuerpo, y con la terapia psicológica intentamos ser conscientes de cuáles son nuestros modelos de pensamiento y de interpretación de la realidad, partiendo del contenido de nuestra consciencia, a través de la técnica del Neurofeedback nuestro cerebro puede aprender directamente sobre mismo y así debilitar patrones subconscientes disfuncionales y reforzar aquellos patrones de actividad que son más sanos.

El Neurofeedback nos ayuda a tomar consciencia de todos aquellos patrones automáticos que a lo largo de nuestra vida nos han protegido manteniendo nuestro modelo de la realidad y las creencias asociadas fieles a las experiencias que tuvimos pero que ya no nos sirven para alcanzar objetivos alineados con nuestra voluntad consciente.

Ofrecer a nuestro cerebro la posibilidad de aprender sobre su misma actividad nos confiere una diferente perspectiva y nuevos modelos de interpretaciones de la realidad haciéndonos volver más dueños de nuestra vida.

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