Cambiar ¿Por qué resulta tan difícil?

El famoso físico alemán Albert Einstein ya en el siglo veinte afirmaba que la medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar. ¿Entonces, por qué hoy en día todavía nos resulta tan difícil cambiar?

Vivimos en una sociedad donde nos viene enseñado a cambiar lo externo a nosotros pero nadie intenta cambiarse a uno mismo. En una situación global de insatisfacción personal en crecimiento estamos acostumbrados a cambiar: cambiamos nuestro aspecto exterior, cambiamos de trabajo, cambiamos de casa, cambiamos de pareja, cambiamos de amigos e incluso cambiamos de ciudad o de país.

Al principio este cambio nos aporta algo bueno, el cerebro esta inmerso en un nuevo contexto así que tenemos la ilusión de percibir una realidad diferente, nueva e incluso mejor que la de antes, muy pronto pero, este sentimiento de insatisfacción vuelve a aflorar dentro nosotros hasta llevarnos de nuevo a querer un cambio. Así que cambiaremos de nuevo algo en nuestra vida, aunque sea solo un cambio en nuestro aspecto exterior ya será suficiente para aplacar esta sensación tan incómoda de insatisfacción.

Podríamos seguir en este bucle toda nuestra vida, alternando momentos de aparente satisfacción para volver siempre al punto inicial, es decir sentirnos estancados en una realidad que no nos pertenece y no nos tranquiliza de verdad. Este es el camino que yo llamo fácil, ya que no implica ningún esfuerzo personal y de hecho es el camino que la mayoría de la gente acaba siguiendo en mayor parte, hasta que llega un punto en que cambiar las circunstancias externas no les hace sentir satisfechos con sus vidas.

¿Qué hacer entonces cuando llegamos a este punto? Podemos quedarnos estancados y resignados o podemos empezar a tomar el camino difícil, que es cambiar algo por dentro.

¿Os habéis preguntado nunca por qué es tan difícil cambiar algo en nuestro interior? La verdad es que podemos cambiar algo en nuestro interior solo cuando tenemos el coraje de afrontar nuestro sufrimiento, de vivirlo y sobretodo de aceptarlo, dejando de negarlo y de mentirnos pensando que toda esta insatisfacción surja por algo que está fuera de nosotros. Claramente vivir el sufrimiento no es algo placentero, al principio duele admitir y aprender a aceptar nuestros defectos, nuestros límites, nuestros errores y es por eso que la mayoría de la gente no se atreve a cuestionarse siguiendo queriendo cambiar todo lo que está en el exterior, con la ilusión de que así un día llegará la serenidad y su alma será calma.

Por estas razones todas aquellas personas que han emprendido un camino de crecimiento personal y de cambio interior tendrán que afrontar también momentos de enfrentamiento con su entorno y todas las personas cercanas que han sido parte de su vida ya que estas opondrán resistencia en cuanto se den cuenta que el otro está cambiando. Cada relación que entretejemos crea, de hecho, un sistema que tiene que estar en equilibrio, así que si un miembro de este sistema cambia su forma de ser y de pensar esto irá chocando con la manera en la que la relación ha sido llevada hasta aquel momento, generando en los otros miembros sensaciones desagradables que inevitablemente serán subconscientemente proyectadas en la persona que está cambiando algo de sí misma.

Cuando un miembro de un sistema relacional cambia, cambia también su forma de actuar y de relacionarse con los demás y esto viene siempre percibido por los otros miembros, que si no están listos también para cambiar y que el sistema relacional tenga un equilibrio más sano, inevitablemente acabarán intentando restaurar el equilibrio llevando a la persona que está cambiando a su estado anterior.

La única cosa que la persona que está en su proceso de crecimiento personal puede hacer en estos casos es ser plenamente conscientes de estos fenómenos para no dejarse arrastrar de nuevo hacia los viejos patrones insanos y tener paciencia con los demás entendiendo que si él ha llegado a comprender que la única manera para cambiar su realidad es cambiar algo en su interno no todo el mundo llega a tomar conciencia de esto y cada uno tiene su ritmo, pero, sobre todo, hay que entender que no se puede ayudar a nadie a cambiar, aunque sepamos que es la única manera para que pueda estar mejor consigo mismo.

El proceso de cambio es por todas estas razones y más, un proceso lento y a la vez doloroso ya que necesita muchos esfuerzos y es un camino de subida pero merece la pena atravesarlo ya que es la única manera para sentirnos de verdad satisfechos en esta vida.

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