Las situaciones cotidianas nos hacen encontrarnos bajo mucha presión mental y suponer niveles más bajos de felicidad
El Internet se popularizó desde hace tan solo 18 años, gracias a la aparición de las redes inalámbricas (WIFI). Los teléfonos inteligentes (smartphones) han cambiado nuestra manera de relacionarnos, trabajar e interactuar. Estos avances han significado importantes oportunidades de desarrollo para que el mundo sea lo que conocemos hoy. Sin embargo, esto ha tenido su precio en nuestras vidas y la consecuencia es la ansiedad, debido a la sobrecarga de información a la que estamos expuestos.
Nuestra mente tiene la capacidad de procesar mucha información, pero los volúmenes que manejamos cada día, exceden esta capacidad y producen síntomas de ansiedad. Hemos sufrido una evolución social que supera el paso de nuestra evolución física, es decir, nuestro cerebro no ha evolucionado tan rápido como nuestro entorno y esto ha creado un desequilibrio y es nuestro trabajo a nivel personal reencontrar ese equilibrio.
Un estudio presentado en el tercer Congreso Nacional de Inteligencia Emocional Iberoamericano plantea que casi el 50% de la población española presenta ansiedad en grado clínico. Este estudio también expone que las personas que presentan niveles clínicos de ansiedad presentan una Inteligencia Emocional más baja y una mayor tendencia a intentar controlar sus pensamientos y a creer que preocuparse en exceso por los problemas puede tener un efecto positivo en su bienestar.
Desde que nacemos nuestro cerebro está sujeto al aprendizaje constante (plasticidad cerebral). Nuestro inconsciente se va rellenando de informaciones y poco a poco construye nuestra personalidad psicológica y emocional. Este constituye el 80% de nosotros y recuerda absolutamente todo lo que hemos vivido.
Las situaciones cotidianas nos hacen encontrarnos bajo mucha presión psíquica, por ejemplo: exámenes, tratamientos, relaciones personales, situaciones laborales etc. Esta presión experimentada en un primer plano psíquico, en muchos casos pasa al plano físico y se manifiestan por diferentes síntomas. La presión nos insta a soltar y relajarnos. Cuando somos incapaces de atender esta llamada en el plano psíquico, inevitablemente nuestro cuerpo sufre. La ansiedad y la depresión utilizarán el cuerpo para manifestarse.
¿Cómo podemos combatir esta situación? Hoy en día existen un montón de herramientas que nos ayudan a entender de donde procede nuestra ansiedad. Las terapias avanzadas rompen con la idea de que una terapia debe ser lenta y extensa. Por ejemplo, el EMDR es una psicoterapia avanzada, con la que se obtienen resultados terapéuticos visibles en un tiempo relativamente corto y que trabaja sobre un objetivo final muy concreto: el bienestar psicológico de la persona.
Los métodos evolucionan, integrando técnicas tradicionales con herramientas actuales provenientes de otras disciplinas, como la Neurociencia. Estas se focalizan en el problema y actúan con mayor efectividad. Así pues, EL NEUROFEEDBACK NOS ENSEÑA A REGULAR LA ACTIVIDAD CEREBRAL DE NUESTRO CEREBRO.
Tenemos que liberarnos de la idea que existe el comportamiento normal y anormal. La normalidad es expresión de una frecuencia estadística, por lo cual es muy subjetivo y no se puede tomar como medida de valor o clasificador.
La normalidad hace disminuir la ansiedad pero es contrario a la individualidad. Solo le falta estar reconocido por la sociedad para encontrarse mejor. Opuesto al desarrollo personal, de ese modo tendríamos a conocernos mejor al fin de no compararse y no entrar en ese bucle.
Para más información sobre nuestras terapias visite la web de nuestro centro hearth.es o de nuestro departamento clínico: neuroscenter.com
